Con Flores y sin balas
En principio Isabel nos aclaró que para ella es muy importante que cuando hablemos de su hacer profesional nos refiramos como trabajadora social de campo, porque es de las que se embarran los pies. Isabel es una de las profesionales que se desempeñan en el Centro Madre Antonia desde hace 25 años y su apellido es Morbidoni. Las Flores, para la trabajadora social de campo, es como el patio de su casa, el lugar donde se siente cómoda. Incluso, recordó con nostalgia cuando en el barrio sólo había flores y no balas. “Caminaba de noche y no tenía miedo, trabaja con menores en situación de calle y había veces que iba buscar a los familiares de alguno que había sido demorado por la policía”, nos explicó y continuó, “tengo recuerdos muy lindos del barrio y de las familias que me hicieron el aguante cuando tenía que ir al fondo a buscar a esos familiares. Ellos, si yo no llegaba, me buscaban y nunca tuve miedo”. Con respecto al Centro Madre Antonia, Isabel nos contó que no comenzó a funcionar como una institución formal, sino que surgió cuando un grupo, que se reunía a rezar el rosario con al
gunas religiosas, decidió comenzar a visitar enfermos. Más tarde, ese grupo, compró una pequeña casa que se encuentra en Flor de Nácar al 7200. Allí, hoy, reciben mujeres que se encuentran en situación de prostitución, de trata de personas o que estén en extrema vulnerabilidad. Siempre de acuerdo al ideario de la congregación. Morbidoni nos contó que en el centro trabajan en la promoción humana, en el aprendizaje de saberes, que acompañan desde la psicología, desde lo físico, y también colaboran con la salud de los vecinos y con la familia. Detalló, además, que la organización trabaja muchísimo en la autoestima de la mujer, debido a que no todas las mujeres, pero sí la mayoría de las que concurren
al centro, en algún momento se han trabado en su existencia y no han podido avanzar. El centro brinda talleres de capacitación en tejido, corte, técnicas ornamentales, dibujos, pintura, panificación y porcelana en frio, nos informó la entrevistada y sostuvo que “es bastante amplio lo que tienen”. El trabajo de Isabel en el centro es en red, destacó Morbidoni y agregó que “no son un grupo cerrado, que no hablan de religión, aunque sean católicos, que no reciben ningún tipo de subsidio del Estado, y sí reciben muchas donaciones”. Además, sostuvo que a fin de año cada mujer se lleva un dinero por las ventas que hicieron durante ese año. Morbidoni sostiene que existe un hecho paradigmático en la
institución, a partir del cual ella comenzó a sentir miedo en el barrio. Frenó el ritmo de la charla y las palabras de Isabel salen con dificultad de la boca. No obstante, comenzó a contar de Fabiana, una de las chicas del barrio asesinada por su pareja. “Cuando uno lo ve en la tele puede mirar o cambiar de canal, pero cuando
estas en esa situación no sabes que hacer”, dijo y agregó que todas sintieron un miedo particular por vivir una situación tan cercana sin tener herramientas para seguir. El femisidio de Fabiana para todo el Centro Madre Antonia fue un golpe muy duro. Sin embargo, la trabajadora social de campo, sabe que la violencia no es la idiosincrasia del barrio, porque hay gente buena y muy trabajadora, ella los y las conoce. Finalmente nos llegaron las flores a nuestra publicación, a Isabel le encanta la idea que tiene La Otra Cara. Además, le encanta que el barrio Las Flores sea Las Flores y que se pueda transitar libremente como se hizo toda la vida. “Hay que desactivar algunos puntos que tiene el barrio que, tal vez, por una cuestión política no se quiere hacer”, sostiene. La trabajadora social de campo es optimista, cree que todo se puede, que no toda la juventud está perdida. Eso lo tiene clarísimo, porque esa es una construcción que se hace en el día a día. “Es imposible que un chico esté perdido, que de chiquito sea delincuente, porque no se nace con esa condición”, explicó y continúo: “Entonces hay que apostar a este tipo de cosas que son positivas para el barrio, y para la sociedad”. Y sus palabras se hicieron nuestras.