“Soy una sobreviviente”
La Otra Cara recibió a Jesica Yoselin Moyano, una chica trans de 41 años que vive en Barrio Las Flores. En un ambiente hogareño, gracias a los mates que le convidamos y la predisposición a la conversación de las partes, nos contó que ser una chica trans es ser diferente, nacida en un cuerpo de hombre, pero sintiéndose mujer. “Yo no soy y nunca voy a ser una mujer por más que tenga el cambio de identidad porque mujer se nace biológicamente”, recalcó Jesica, sintiéndose firmemente una chica trans. Jesica nos cuenta que fue en la escuela primaria, a los 6, cuando se dio cuenta que no quería ir a gimnasia o que no le gustaba jugar con los chicos, sino que era una criatura que le gustaba jugar con las chicas, que amaba estar con las primitas y que se sentía una nena. En ese momento, sus padres la llevaron al psicólogo, creyendo que tenía algún problema, pero lo cierto es que no había ninguno. “Fue un momento muy difícil, porque imagínense para un padre y una madre darse cuenta que su hijo nacido varón quiere ser nena o viceversa”, reflexiona ahora. Jesica resalta que las familias terminan entendiéndote, porque son familia, pero
que lo más triste para ella fue la discriminación que sufrió por parte de la sociedad porque no la dejaban ser. De todas formas, celebra y agradece a Dios que hoy en día esté cambiando todo. Jesica padeció discriminación en los entornos laborales, en el colegio (tanta que le impidió seguir estudiando), y pasó muchos años de su juventud presa por el simple hecho de ser trans. Sin embargo, destaca no haber bajado los brazos nunca y que eso dio sus frutos: ahora tiene 41 años y pudo volver al colegio. “Yo sé que soy una sobreviviente. El promedio de vida de las chicas trans es de 35 años y yo pude pelearla. Me rescataron de la calle a los 15
años pero lamentablemente la sociedad me empujó a la prostitución, la única salida que había para nosotras. Ahora, gracias a Dios, cambió todo. Existe el Cupo Laboral Trans, la Ley de Cambio de Identidad, el Matrimonio Igualitario. Hay muchas cosas y aún faltan muchas más”, cuenta. A lo largo de la entrevista con La Otra Cara, Jesica agradeció una y otra vez. Habló de la militancia de muchas mujeres y de trans y también de su familia. Sabe que si no tuviera ese apoyo no hubiera podido seguir. “Puede discriminarte todo un país, toda una sociedad, pero si te discrimina tu familia, eso no es vida”, nos dice.
Jesica cambió su nombre apenas salió la Ley de Identidad de Género. Llamarse en todos lados como ella eligió, como ella quiere y como ella siente, cambió mucho su autoestima. A pesar de las dificultades que tiene para conseguir trabajo (“Yo la peleo como todos, la situación está muy difícil”, remarca), enumera con orgullo que está terminando la primaria, que hizo muchas capacitaciones, que tiene una pensión. También cuenta su rutina con alegría: levantarse a pasear a sus cinco perros caniches, lavar, cocinar, planchar, estar con sus sobrinos, con su familia y sus amigas, pasear. “Yo soy una chica trans que lleva una vida normal. Ya no me importa que me miren o lo que llegue a decirse de mí”, dice, sonriendo. La lucha de toda su vida –que es una lucha por sobrevivir– llevó a que también tenga vocación de ayudar en todo su barrio. Le gusta prevenir a la gente sobre enfermedades sexuales, concientizar y hablar con la juventud. Sabe que se lleva muy bien
con la gente y le gusta enseñar todo lo que ella no pudo aprender, o aprendió mal. “Lo que yo no quiero es que nadie pase lo que pasé yo. No hace falta ser trans para pasar malos momentos. La vida golpea duro a todo el mundo”, cuenta. En ese sentido, cabe contar que hace dos años que Jesica forma parte del grupo de mujeres que se encuentra en el CCB de Las Flores. Fueron reuniones que la ayudaron mucho a salir de
la calle, a quedarse en el barrio, a compartir cosas con sus compañeras que hace años que no las veía. El Centro de Convivencia Barrial, nos dice, es su segunda casa, porque fue el único lugar que le dio una mano y la hizo sentir cómoda. En Jesica, todo es deseo y proyección. Y lo que le encantaría ahora es poder tener un espacio de ayuda y capacitación para chicos y chicas trans que necesitan algún consejo y sobre todo, compañía.
Una respuesta
Que hermosa y triste a la vez la historia De Ro! Como nosotros la conocemos en el barrio lo bueno de todo es que se supero y pudo salir adelante es un ejemplo!!❤👏👏